martes, 14 de mayo de 2013

La cocina económica.

Se lo cuento y me dice que son cosas del tiempo de Maricastaña, ya ves.
No hace tanto, pero ella vive deprisa, como se vive ahora.


Del tiempo de Maricastaña era aquella hornilla económica, que tanta calidez desprendía en la casa de mis padres.
Era una cocina de hierro con unos aros concéntricos que se separaban con un gancho para meter en sus entrañas los tacos de madera de encina.
En el patio teníamos una habitación que aún hoy la seguimos llamando "el cuarto de los tacos". Allí se amontonaba la leña que aquella cocina iba tragando poco a poco.


En los fríos días del invierno, era ante el calorcito de aquella cocina donde mi madre nos bañaba.
Baño de cinc y desfile de niños... ¡Hasta seis!...
Pijamas de franela, sopita del cocido con arroz y a la cama a la hora de las gallinas, que también ella tenía derecho a descansar un rato de tanta chiquillería.



Aquella cocina, con los años, fue sustituída por otra más moderna que venía acompañada de un cilindro naranja: La bombona de butano.
En la parte baja de una de las alacenas, donde siempre había existido una cantarera, se le abrió sitio a aquel cilindro para que no estuviese por los medios. Fue cuestión de poner una goma más larga.

Desde que la cocina económica desapareció de nuestras vidas, aquellas deliciosas tortas de chicharrones que mi madre sacaba de su horno, jamás volvieron a estar tan ricas.



3 comentarios:

  1. Me acuerdo de las cocinas hechas de szulejos rojos de obra como la de calle Enpedra en un patio de vecinos con todas cocinando cada una en un anafe con sus soplillos

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  2. Me acuerdo de las cocinas hechas de szulejos rojos de obra como la de calle Enpedra en un patio de vecinos con todas cocinando cada una en un anafe con sus soplillos

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  3. QUE ME GUSTA LEERTE!!! MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIR ESTAS COSAS TAN BONITAS...BESOS

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