jueves, 26 de noviembre de 2009

La montanera



Estamos en Otoño. En mi tierra las encinas nos ofrecen sus hermosos frutos.
Es tiempo de MONTANERA...
Se conoce como tal la fase final del sistema de explotación tradicional del cerdo ibérico, utilizando el aprovechamiento natural de recursos de la dehesa, fundamentalmente bellotas, durante el periodo de cebo.
Se inicia en el mes de Octubre y suele durar hasta febrero, incluso Marzo.




Los cerdos en montanera basan su dieta en la bellota, fruto de encinas, alcornoques y quejigos. Estos frutos son ricos en glúcidos y grasas, especialmente en ácido oleíco, de ahí el caracter saludable de la apreciada carne de los "pata negra".





Durante la montanera, el cerdo ibérico puede aumentar su peso más de un kilo diario gracias al consumo de cerca de diez kilos diarios de bellotas.





No obstante, para realizar esta ingestión de alimento, es necesario un continuo ejercicio en busca de las bellotas, lo que permite elevar la calidad de la carne de este animal.





Animales libres en la dehesa. Lo cual les permite caminar mucho y distribuir la grasa de forma uniforme en sus cuerpos. Un cerdo puede llegar a caminar entre siete y nueve km. al día buscando las mejores bellotas que haya en el encinar.


Además el cerdo en sus recorridos va ingeriendo diversas plantas aromáticas, dando como resultado unos jamones de inconfundible perfume.







En torno al jamón ibérico han surgido ferias y concursos por todo el suroeste peninsular. Desde Jerez de los Caballeros a Villanueva de Córdoba, pasando por la Sierra de Huelva, son numerosas estas ferias y también los concursos de cortadores de jamón. Porque esa es otra: ¡Hay que saber cortarlo!...







En Extremadura disponemos de un millón y medio de hectáreas de uno de los ecosistemas mejor conservados de Europa: La dehesa. Una vasta extensión de encinas y alcornoques de la que se aprovechan sus recursos naturales de forma racional y equilibrada, lo que permite la conservación de este entorno ecológico único.



Los españoles no tenemos que marcharnos muy lejos para disfrutar de un lugar en el que existe el desarrollo sostenible. El hombre, las bellotas y el cerdo ibérico han vivido en perfecta simbiosis estética y ecológica durante un montón de siglos y han conformado uno de los paisajes más bellos de la tierra: LA DEHESA.


Las imágenes de esta entrada las he bajado de internet. Si alguno de sus propietarios así lo desea las elimino de inmediato.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Tiempo de prestines



Ayer por la tarde sonó mi teléfono. Era mi amiga María.

- Oye Nina, ¿Tú tienes unas trébedes? Es que mañana vienen las de Encinasola...

¡Pues claro que sí! Yo ni me acordaba pero...¡Ha llegado el tiempo! ¡¡Es tiempo de prestines!!



Desde que la conozco , y os aseguro que hace muchos, pero que muchos años, llegando estas fechas, María pone su casa patas arriba y hace tal cantidad de prestines que le suelen durar hasta las ferias. ¡ Y las ferias en Fregenal de la Sierra son en Septiembre!...





Esta mañana me acordé, y se me ocurrió que podía hacer una entrada en el blog. Los prestines se lo merecen.

-Si hoy no comemos es igual, pero yo me voy ahora mismo a casa de María a realizar mi reportaje...

Cuando llegué, estaban terminando de amasar.





Los prestines son dulces sencillos. Se hacen con ingredientes humildes que están al alcance de todos los bolsillos. Clavos, "matalahúga", canela, aceite... En cualquier casa de pueblo nunca ha faltado una fuente de prestines para comerlos en Nochebuena.






No vengo yo aquí a dar la receta de los prestines. La podeis encontrar en cualquier libro de cocina o dándole al intro del ordenador desde las páginas de San Google. Pero, ¿hacer unos buenos prestines?... Amigo mío...¡¡Esa es otra cuestión!!...




Se necesita tener duende en las manos y que éstas sean unas manos de mujer fuerte para poder aguantar el aceite hirviendo y el caldo del cocimiento hirviendo a su vez, escaldando con ello el harina, y poder comenzar inmediatamente a trabajar la masa. Se necesitan unos buenos brazos, para hacerlo rápido y que la masa no se enfrie en ningún momento. Para ello debemos tener una buena candela y acercar el lebrillo donde se amasó y así mantenerla en su punto justo de calor.




Después viene el coger porciones de la masa, estirarlas con un rodillo y sobre una tabla con una especie de grabado que le va a dejar un dibujo bonito al prestín.

Cuando se tienen todos preparados, comienza el rito de la fritura. En la candela, (para eso quería María mis trébedes). Poco a poco los lebrillos se van llenando de prestines que más tarde se pasarán por miel, también caliente.





No sé que tendrá la miel y la cocción de las diferentes especias que llevan los prestines, que aguantan meses y meses y ni se ponen lacios, ni les sale moho, ni nada de nada. Si buenos están el primer día, exquisitos están cuando pasan por ellos dos, tres, cuatro ó los meses que sean. Ya os digo que a María le duran hasta Septiembre u Octubre. Claro que hace todos los años la friolera de 12 kg. de harina...


Esta última foto del perol encima de mis trébedes sirve para hacerle los honores a los prestines de Encinasola.

Lo mismo María que yo, estuvimos allí durante unos años ejerciendo de maestras y...¡No hay prestines como los de allí!

A casa de María vienen cada año a hacérselos su amiga Rosario y Loly, su hija. Este año Rosario no ha podido venir, pero lo ha hecho Loly con su hija Isabel Mª y con su cuñada.

Como veis el duende que digo que tiene hacer unos buenos prestines, se va heredando de generación en generación y de madres a hijas.

Por último os quiero poner una cancioncilla que se canta por estas tierras y que viene al pelo con mi entrada de hoy.

"Si quieres que te cante

en la Nochebuena,

me sacas los prestines

y las madalenas"

sábado, 7 de noviembre de 2009

Marvâo: El nido de aguilas

Ya todos conoceis mi devoción por esas increiblemente bonitas criaturas que son las águilas y...¡oh casualidad!, se me presentó la oportunidad de ir en un viajecito a Portugal y conocer Marvâo, apodada así: El nido de águilas. La historia y el ingenio humano nos han dejado aquí, en este bello pueblo, el momento de disfrutar de uno de los patrimonios arquitectónico
más hermosos de Portugal.

Situada a 850 m. de altura, sobre las escabrosidades de la Sierra de San Mamede, se levanta esta ciudad fortificada cuyos orígenes se desvanecen en el tiempo. Según las últimas investigaciones parece ser que su nombre actual procede de la denominación musulmana, al atribuirse su fundación al muladí Ibn Marwan, fundador a su vez de la ciudad de Badajoz.

Las diferentes épocas históricas fueron engalanando la fisonomía de este pueblo fortificado que es un museo vivo,donde el tiempo, los estilos y las costumbres han quedado fosilizados. La arquitectura popular alentejana tiene así mismo grabada su huella en la ciudad, adornando bellos rincones con ventanas floridas y típicas chimeneas.
Recorrer sus estrechas calles es una delicia para la vista. Armonía es la palabra para describirla. Sus casas y sus nobles edificios, así como las construcciones religiosas o civiles, forman un conjunto uniforme y muy agradable a los ojos del visitante.
La ciudad está protegida por una muralla que la rodea en su totalidad y en donde, de vez en cuando, se abren baluartes o garitas. Puedes recorrer esta muralla completamente y, rodeando el pueblo, contemplar desde la altura un maravilloso panorama que abarca al Este, España, al Sur y al Oeste, la Sierra de San Mamede, y al Norte, Castelo Branco y las estribaciones de la Sierra de la Estrella. Las garitas abobedadas parecen sostenidas sobre los terribles precipicios como por milagro, colgadas en las alturas.
Marvâo y Badajoz celebran su pasado común. A través de las festividades de Al Mossassa van al encuentro de Ibn Marwan, el fundador de las dos ciudades que, con rebeldía y sed de independencia, luchó para construir una nación en este territorio doce siglos atrás. Desde entonces hasta ahora, cada una siguió su camino: Badajoz se convirtió en la gran ciudad extremeña y Marvâo en una de las villas más hermosas del Alentejo y de Portugal.