Ayer por la tarde sonó mi teléfono. Era mi amiga María.
Esta mañana me acordé, y se me ocurrió que podía hacer una entrada en el blog. Los prestines se lo merecen.
-Si hoy no comemos es igual, pero yo me voy ahora mismo a casa de María a realizar mi reportaje...
Cuando llegué, estaban terminando de amasar.
Después viene el coger porciones de la masa, estirarlas con un rodillo y sobre una tabla con una especie de grabado que le va a dejar un dibujo bonito al prestín.
Cuando se tienen todos preparados, comienza el rito de la fritura. En la candela, (para eso quería María mis trébedes). Poco a poco los lebrillos se van llenando de prestines que más tarde se pasarán por miel, también caliente.
No sé que tendrá la miel y la cocción de las diferentes especias que llevan los prestines, que aguantan meses y meses y ni se ponen lacios, ni les sale moho, ni nada de nada. Si buenos están el primer día, exquisitos están cuando pasan por ellos dos, tres, cuatro ó los meses que sean. Ya os digo que a María le duran hasta Septiembre u Octubre. Claro que hace todos los años la friolera de 12 kg. de harina...
Esta última foto del perol encima de mis trébedes sirve para hacerle los honores a los prestines de Encinasola.
Lo mismo María que yo, estuvimos allí durante unos años ejerciendo de maestras y...¡No hay prestines como los de allí!
A casa de María vienen cada año a hacérselos su amiga Rosario y Loly, su hija. Este año Rosario no ha podido venir, pero lo ha hecho Loly con su hija Isabel Mª y con su cuñada.
Como veis el duende que digo que tiene hacer unos buenos prestines, se va heredando de generación en generación y de madres a hijas.
Por último os quiero poner una cancioncilla que se canta por estas tierras y que viene al pelo con mi entrada de hoy.
"Si quieres que te cante
en la Nochebuena,
me sacas los prestines
y las madalenas"
Ains... ¡Unos buenos prestines me desayunaría yo ahora!
ResponderEliminar¡¡Qué ricos que estaban!!
A mí me encantan; están... ¡riquíhimos tita!
Las imágenes son fantásticas, me traen muy buenos recuerdos, la del perol encima de tus trébedes, me encanta, hacia mucho que no veía una igual, los prestines tienen toda la pinta de estar buenísimos, como toda la repostería que tenemos en Extremadura y que es un poco desconocida, felicidades por la entrada,
ResponderEliminarsaludos Maria
Querida Nina, cuan afortunados de poder degustar viandas tradicionales hechas a la antigua usanza, los huelo desde aquí.
ResponderEliminarYa los probaré, espero que tu amiga María tenga el detalle....
Un beso
Qué pena que sea tan vergonzosa... Me quedé con las ganas de pedirle los prestines a María para traérmelos a Cáceres, jaja!!
ResponderEliminarPero seguro que para dentro de 15 días me tiene un platito preparado para traérmelos, ¿no?
Doy fé de que están buenísimos, los probé esta mañana.
El año que viene le doy yo a María medio kilo de harina y que me haga a mí también.
Muy bonita la entrada mamá.
Un beso.
PD: María, espero mi platito para el fin de semana del 28, vale?? ^^
Un beso
Isabella.
ResponderEliminarHija mía, ¡tienes a quien parecerte!
Se ve que es de familia. ¡A mí también me encantan!
Un buen prestin, bien hecho, con ese duende que digo en la entrada, es una de las cosas más exquisitas que se pueden comer.
¡Ainss...qué pena no poder comer muchos!...
ahlfa.
ResponderEliminarGracias por alabarme las fotos. En lugar de poner la receta, he preferido poner las imágenes y siguiendo paso a paso su elaboración. Creo que así resulta más didáctica mi entrada. ¡Jajajaja!
Un abrazo.
Chiripa.
ResponderEliminar¡Muchos novios le están saliendo a los prestines de María!
Como ella leerá los comentarios, espero que se dé cuenta de los compromisos que me están surgiendo...¡Jejeje!
Mariana.
ResponderEliminarTú, tan prudente como siempre...¡Así me gusta!
No te apures, que para cuando vengas María te tiene unos poquitos para que te los lleves a Cáceres. Me lo ha dicho.
Un besito.
Pues aquí esta paisana tuya se ha quedado con la boca abierta. Porqué?
ResponderEliminar- Primero porque yo los conozco de toda la vida como prestiños.
- Segundo porque se llamen como se llamen tienes toda la razón sobre lo difícil que es hacerlos buenos. No vale copiar una receta y hala¡¡ a freirlos...
Siempre que vengo aquí me pongo melancólica y con ganas de volver a mi tierra.
Un abrazo.
Inmaculada(Adi).
ResponderEliminarSegún en qué zona, se los conoce como pestiños, prestiños, como los llamas tú, o prestines, como se les nombra por aquí.
Si te entra nostalgia de tu tierra, dile a Pedro que se quede unos dias él solito con los animales y vente. En mi casa te daré cobijo y, a cambio, tú me haces esas ricas comidas que sabes hacer. ¡Nunca comería mejor en mi vida! ¡Jajajaja!
Un fuerte abrazo, guapísima.
En mi pueblo les dicen coquillos, tambien los conozco como pestiños, gañotes, enmelaos, melaos y alguno mas, lo de prestines no lo habia oido nunca.
ResponderEliminarBesos desde la perfida Albion.
Si Adi los conoce como prestiños, adivina cómo los conozco yo...
ResponderEliminarPuedo prometer y prometo que:
¡¡¡ME ENCANTAN!!!
Estupendo reportaje.
Valdomicer.
ResponderEliminarPues yo, eso de los enmelaos y los melaos sí que lo hahía escuchado, pero no sabía lo que era...¡Y resulta que son prestines!...
Vente de una vez pa España, hombre, que se te va a pegar lo lacio que son los ingleses...
Un abrazo.
Pedro.
ResponderEliminar¡Mira que tienes buen gusto!... Unos buenos prestines es algo exquisito, ¿verdad?
A mí también me encantan, pero no puedo comerlos por la diabetes. Pero alguno de vez en cuando, cae. (No se lo digas a mi endocrino)...